I’m gonna show you how great I am! (Voy a enseñaros lo bueno que soy); Muhammad Alí; Kinshasa,1974. Las palabras del tricampeón del mundo de boxeo, son perfectamente extrapolables cuando hablamos del pequeñín argentino que se ha convertido en el maestro de maestros del fútbol. Por si alguien tenía dudas, el de Rosario se encargó de disiparlas solito el pasado miércoles ante el Betis. Nuevo "hat-trick" de la pulga, el octavo con la camiseta blaugrana, que lo sitúa entre los máximos goleadores de la historia del equipo catalán. Y es que Messi se ha convertido en el Dios del fútbol, desbancando del trono, y con diferencia, a su paisano Diego Armando Maradona.
No solo es el encargado de engrosar el marcador en el Barça, si no que ahora mismo, es el máximo asistente de la Liga BBVA, por delante de jugadores como Pedro y Özil. Y es que el argentino, evoluciona cada día más. Y lo hace en el campo, fuera de toda la nube mediática que pulula alrededor de los deportistas profesionales. Lionel Messi es ejemplo de humildad y trabajo. Lo demuestra cada vez que pisa el césped, maravillando a seguidores culés y no culés. Por eso, la pulga es balón de oro por segundo año consecutivo. Porque se lo merece. Porque su magia en el campo no es comparable a ninguno. Porque Lionel es de otra galaxia. Y nosotros, tenemos la suerte de poder vivirlo. Un jugador y un estilo que van a pasar a la historia del mundo.
Con esto, no quiero desprestigiar ni mucho menos la labor de los otros dos candidatos: Xavi e Iniesta. Dos genios del fútbol. El día del sorteo, mi apuesta particular era Xavi. Se lo merecía por trayectoria, por inteligencia, por visionario, por la facilidad de su juego, por su mundial con La Roja. Era el año para poder ganarlo, pero la competencia era muy exigente. En cuanto a Iniesta, qué decir del manchego que no se sepa. Es el jugador perfecto en un equipo. Es de los que está, pero no se nota. Es el jugador que aparece en los momentos decisivos. Todavía hoy, se me pone la piel de gallina al ver el gol de Andrés ante el Chelsea, en semifinales de Champions. Y cómo no, ese maravilloso gol que nos llevó a la gloria del fútbol mundial. Pero hoy, con la cabeza fría, creo que nadie como Messi puede reflejar el espíritu de ese galardón. Dos balones de oro en sus vitrínas corroboran la calidad de su fútbol.
Por todos esos reconocimientos y por haberle devuelto la ilusión a la afición culé, el F.C. Barcelona puede estar orgulloso. Pues entre sus filas cuenta con los mejores jugadores del mundo. Un estilo de juego y una magia que marcará escuela.