¿Tú eres de cifras o de letras? Y es que los números son parte de nuestra vida. Desde el día que nacemos estamos atados a unas cifras que nos acompañarán –o perseguirán- año tras año. Todo se mide en dígitos: desde el piso en el que vives, la matrícula de tu vehículo, tus amigos en Facebook, hasta las novias que has tenido. Y en este mundo regentado por cifras el fútbol no se puede quedar fuera.
La victoria en un partido es para el equipo que mete el mayor número de goles. El prestigio de un club depende de la cantidad de títulos de los que disponga. La calidad de un jugador se mide en la exagerada cifra de millones que cuesta. Los gastos extras que corren a cargo del club dependen del número de Visas que tengas a tu disposción.
Pero entre todos estos números hay uno que destaca especialmente en el fútbol y que no le damos importancia en muchas ocasiones, el dorsal. Ese inadvertido número que marca la posición y las características de un jugador. O en ocasiones, simplemente el deseo del propio deportista, como pudieron ser el “23” que lució David Beckham en el Real Madrid o llamativos como el “99” de Ronaldo en su etapa en Milán.
Y es que el dorsal puede llegar a significar mucho en la vida de un jugador. De hecho, algunos han llegado a marcar historia. Incluso un gran número de dorsales han sido retirados para siempre, enmarcados en las paredes del estadio cuando su dueño cuelga las botas o abandona el club. Entre los dorsales más míticos encontramos ejemplos como el “3” de Paolo Maldini, exjugador del Milán; el “10” de Maradona en Nápoles y también de Ferenc Puskas en el Honved húngaro.
Pero aunque estas acciones simbolicen la felicidad o el agradecimiento de un club, lo cierto es que el dorsal se puede convertir en un elemento de discordia. En estos últimos días en que se habla – y mucho - de la ansiedad de gol de David Villa y si superará o no la cifra de goles de Raúl, vuelve a mi mente la batalla mediática que se generó sobre quien debía ser “el 7 de España”. Era un debate abierto entre la población y un tema asiduo en los medios de comunicación. Un debate cansino, que aunque no supuso un conflicto real en los jugadores si, probablemente, llegó a afectarles. Pues al poco tiempo empezaron a sucederse las reivindicaciones, infantiles a mi parecer, por parte de los jugadores.
Finalmente, el tiempo pasó, Raúl no volvió a ser convocado y a los españoles, a los que tanto les había provocado este tema, se les acabó olvidando todo cuando su selección ganó la Eurocopa. Hoy en día no se habla del asunto y en un par de años más, nadie recordará la discusión. Pero lo cierto, es que “el 7 de España” fue durante una época Raúl González y no podría haber mejor heredero que Villa. Pero quizá los españoles no seamos capaces de decir ¡Adiós! por ello no supimos –o quisimos- brindarle una buena despedida a Madrid y darle una buena bienvenida a Asturias.
El "7" de España es y será siempre Jon Andoni Goikoetxea, al que recordamos todos por su gol ante Alemania en el Mundial de EEUU
ResponderEliminarNunca olvidaré la frase de F.Hierro: "Raúl es un Ferrari que nos va a pasar a todos..." pues digo yo que si Raúl es un Ferrari (44 goles en 102 partidos), David Villa es un avión Concorde (44 goles en 68 partidos) además de ser máximo goleador de la Eurocopa y el máximo goleador español de la historia de los mundiales. Así que Raúl, a partir de ahora que se limite a ser el "7 del Madrid" o del Schalke en su caso, y el de España se lo dejamos con todo merecimiento al de Tuilla...
ResponderEliminarP.D. muy buen y polémico artículo.